La inteligencia artificial es una de las áreas de más rápido crecimiento de la tecnología digital. Está transformando nuestras vidas y también nuestras carteras de inversión. Los últimos dispositivos de Amazon, Microsoft y Google permiten encender luces, comprobar la previsión del tiempo, consultar diarios, escuchar música, hervir la tetera o reservar un taxi -todo con comandos de voz-.
Pronto la inteligencia artificial -replicación por computadoras de acciones que normalmente requieren inteligencia humana-, serán capaces de lograr mucho más y la inversión en empresas con sistemas de aprendizaje automático será un importante fuente de crecimiento. De hecho los robots están tomando el mundo, no con un ejército de ciborgs, sino en una suave y sutil infiltración de la tecnología inteligente.
Ahora, mediante algoritmos de aprendizaje las máquinas pueden utilizar datos para encontrar patrones y predecir. El paso siguiente es el aprendizaje de los errores por las computadoras, con afinamiento de las predicciones con cada nuevo fragmento de información. Cada vez son más hábiles en reconocer imágenes y procesar el lenguaje natural como los seres humanos, así como responder en función del contexto. La inteligencia artificial está ya presente en salud, comercio al por menor y finanzas.
En salud impulsa el diagnóstico médico, allanando el camino para la medicina personalizada. En transporte es tecnología clave de los coches autónomos. También está transformando a bancos y asesores ante la amenaza del asesoramiento automatizado. Además los comerciantes minoristas no pueden ignorar la inteligencia artificial, pues el aprendizaje automático puede mejorar la logística y permitir mayor personalización del producto.
Así que las empresas especializadas en desarrollo de tecnología relacionada con inteligencia artificial pueden ver gran impulso de ventas. En hardware los semiconductores son un rico coto de caza para los inversores. Hay que tener en cuenta que el aprendizaje profundo requiere mucha potencia de procesamiento y es previsible un aumento de la demanda de potentes procesadores gráficos (GPU) para el procesamiento paralelo y análisis de grandes cantidades de datos.
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